Vivo en la más oscura de las zonas de una ciudad.
Caminaba por la calle Fridsewall, con mi elegante vestido negro y mis caros zapatos de tacón. No tendría nada elegante con lo que salir a la calle si no hubiera sido por Mr. Dorren, aquel ricachón que me regaló toda la ropa de su fallecida esposa poco antes de morir él, por suerte teníamos la misma talla.
Me había ganado la poca pasta que tenía limpiando la casa de los Dorren cada noche, lo cierto es que no podía y no podré salir a la calle de día. Soy una criatura del submundo, un no-muerto, un vivo helado, un chupasangre o una Hija de la Noche; como más le apetezca a los humanos llamarme, aunque prefiero que me llamen por mi nombre: Evelynn Careway.
Así me llamó mi madre al dar a luz, sobre 1652; el año en el que se fundó la Ciudad del Cabo.
Mi apellido era McSean, soy irlandesa. McSean se interpreta como Mac Seán, hijo de Seán; son nombres familiares que nos identificaban con padres o abuelos, ya que mi madre se apellidaba O'Aden (Ó Aidan; nieta de Aidan).
Me cambié el apellido rondando 1738, cuando conocí a un simpático y amable hombre que me regaló uno de los pocos relojes de cuco o cucú que Franz Ketterer había inventado. Le conocí en mi llegada a Londres, había ganado unas tierras allí para venderlas por una mayor cantidad de dinero y así no caer en la ruina.
Ya había encontrado un comprador y me paseaba por la húmeda y fría Londres en busca de una alguna tienda de decorados para añadir un toque moderno y actual a mi hogar en Belfast. Encontré un escaparate en el que se podía leer "Antigüedades". Perfecto, me encantaba tener algo histórico en mi casa. Al entrar un hombre corpulento me sonrió y se presento besando mi mano, era todo un caballero, nunca le había olvidado y nunca le olvidaría, a Richard Careway.
Le pedí algo bonito y caro que quedase bien en mi hogar, el cual le describí como una niña de seis años que acaba de encontrar su fantástico reino misterioso e imaginario. Me comentó que había recibido unos nuevos relojes de pared, llamados relojes de cucú. Yo buscaba algo antiguo, pero los ojos verdes de Richard eran tan hipnotizadores que tuve que pedirle que me mostrase el reloj.
Como era un nuevo artilugio iba a ser caro y decidí preguntarle por el precio, me miró con una sonrisa perfecta y me dijo que si aceptaba tener una cita con él me regalaría el reloj. Acepté, no por el reloj sino por aquel apuesto morenazo de ojos verdes.
Richard era apuesto, amable, tenía sentido del humor y me hacía reír, por no hablar de que era increíblemente apuesto y sexy. No necesitaba saber que era mi hombre ideal, mi cuerpo me lo decía.
Siempre recordaré la noche en que lo abandoné, cuando el Aquelarre de los Vampiros de Londres me visitó. Yo paseaba desnuda por la casa de Richard, bueno, más que una casa era un apartamento cochambroso, pero a mi me gustaba porque Richard vivía en él. Acabábamos de pasar unos momentos muy íntimos y Richard se había dormido al instante, así que bajé a por una copa de vino para distraerme, pero me encontré al jefe del Aquelarre y me obligó a abandonar a aquel humano o a convertirlo. No quería que Richard fuera como yo, me odiaba, aunque tuviera que perderlo porque la muerte y los años me lo arrebatasen no me importaba, tenía planeada mi muerte después de la suya.
Tuve que dejar una nota junto a la cama, no podía decirle lo que pasaba, no podía decirle que era un vampiro, no podía darle aquel disgusto. Me llevé su regalo y regresé a Belfast depresiva.
Tres años después, al volver a mi hogar con mi amante francés, Jean Dumont, nos encontramos un hombre que esperaba en la entrada de mi casa, mi criada estaba asustada porque el hombre había intentado entrar y al verme corrió hacia mí llamándome "Señorita Careway". El hombre se giró y pude comprobar que era quien había temido, Richard.
martes, 31 de julio de 2012
martes, 24 de julio de 2012
Historia lésbica
Yo siempre digo que lo que pasa en la jungla, se queda en la jungla. Atentos, porque la jungla hoy se anima a contaros una historia.
Se llamaba Britney.
Una amiga celebraba si cumpleaños en Halloween y todos estábamos en el corral de un amigo, junto a la casa de éste, él se llamaba Peter.
Yo había preferido abstenerme a beber alcohol; aunque confieso que se acabaron los vasos y aún me arrepiento de no haber sido más rápida.
Acabábamos de llegar y yo saludaba a la gente; Peter, Harry, Vicent, Victoria, Vanny, Cesha, Paul y Christine. Yo venía con Cariny. Ella estaba saliendo con Harry; Cesha quería liarse con Vicent. Yo suponía que Paul y Christine buscarían intimidad en alguna habitación de la casa de Peter y Vanny esperaría a Eddie.
Típico, las parejas se meterían en las habitaciones para darse el lote... completo.
Victoria estaba con Abby y Britney. Sí, la Britney de esta historia. Me acerqué para saludarlas.
Tras saludos y presentaciones todo el mundo comenzó a beber. Las horas pasaban y sólo se veían flashes y cámaras, se oían gritos por encima de la música; lo normal en una fiesta... hasta que Britney me llamó la atención, me acerqué a ella para saber qué quería de mí y me pidió que la acompañara al cuarto de baño, acepté ya que es normal que dos chicas se vayan juntas al baño.
Al entrar, mientras ella hacía sus necesidades, yo me peinaba un poco el cabello, recogido en un par de coletas.
Nunca sabré cómo llegó a salir el tema de las parejas, si comenzó ella, o yo. Pero había oído a Cesha comentar sobre cosas que hacer antes de morir, como liarse con una mujer, para saber qué se sentía... y lo mencioné; ella me miró y dijo, para mi sorpresa; "Yo también".
Ambas nos miramos durante un momento, yo era heterosexual, tenía claro que no era lesbiana, pero podía haber una pequeña posibilidad de ser bisexual.
Miré a Britney de arriba a abajo, era guapa, tenía el cabello negro-pelirrojo; sí, tintado. Unas caderas algo anchas, pero no estaba gorda, sólo cadera hacia abajo, piernas rellenitas. De todas formas si no quería podía dar la vuelta y abrir la puerta, pero, sin saber por qué, yo quería liarme con Britney, saber lo que se sentía al liarse con alguien de tu mismo sexo.
Y, con solo una mirada, ambas aceptamos.
Salimos del cuarto de baño y subimos escaleras arriba, sin hacer ruido entramos en la minúscula habitación en la cual yo había dejado mi mochila al ponerme mi disfraz, por si nos pillaban con el cerrojo echado teníamos la escusa de buscar algo en mis pertenencias.
Echado el cerrojo y apagada la luz, Britney me agarró por la cintura en la oscuridad y se tumbó, con mi cuerpo sobre el suyo, en una cama. Mientras caíamos sobre la cama nuestros labios se encontraron, dando paso a una fusión eléctrica que nunca había experimentado en mí.
Britney besaba salvajemente, pero realmente bien, ningún hombre me había hecho desear tanto una fiereza inimaginable, era raro, sabía que la besaba a ella, sabía que era una mujer como yo, pero me gustó, y por el ansia de los besos de Britney y la forma en la que su mano se deslizó por mi pierna, desnuda por el camisón que llevaba, supe que a ella también le gustaba. Hubo un momento en el que Britney me agarró del trasero y gimió contra mi boca ¡oh, Britney! Me sobresalté al oír que alguien llamaba a la puerta.
Me levanté rápidamente, Britney me imitó, saqué mi teléfono móvil y simulé hablar con mi madre, Britney encendió la luz y abrió la puerta, era Peter; mi escusa funcionó y bajamos de nuevo al corral. Desde aquel día supe que era bisexual, y creo que Britney también.
Se llamaba Britney.
Una amiga celebraba si cumpleaños en Halloween y todos estábamos en el corral de un amigo, junto a la casa de éste, él se llamaba Peter.
Yo había preferido abstenerme a beber alcohol; aunque confieso que se acabaron los vasos y aún me arrepiento de no haber sido más rápida.
Acabábamos de llegar y yo saludaba a la gente; Peter, Harry, Vicent, Victoria, Vanny, Cesha, Paul y Christine. Yo venía con Cariny. Ella estaba saliendo con Harry; Cesha quería liarse con Vicent. Yo suponía que Paul y Christine buscarían intimidad en alguna habitación de la casa de Peter y Vanny esperaría a Eddie.
Típico, las parejas se meterían en las habitaciones para darse el lote... completo.
Victoria estaba con Abby y Britney. Sí, la Britney de esta historia. Me acerqué para saludarlas.
Tras saludos y presentaciones todo el mundo comenzó a beber. Las horas pasaban y sólo se veían flashes y cámaras, se oían gritos por encima de la música; lo normal en una fiesta... hasta que Britney me llamó la atención, me acerqué a ella para saber qué quería de mí y me pidió que la acompañara al cuarto de baño, acepté ya que es normal que dos chicas se vayan juntas al baño.
Al entrar, mientras ella hacía sus necesidades, yo me peinaba un poco el cabello, recogido en un par de coletas.
Nunca sabré cómo llegó a salir el tema de las parejas, si comenzó ella, o yo. Pero había oído a Cesha comentar sobre cosas que hacer antes de morir, como liarse con una mujer, para saber qué se sentía... y lo mencioné; ella me miró y dijo, para mi sorpresa; "Yo también".
Ambas nos miramos durante un momento, yo era heterosexual, tenía claro que no era lesbiana, pero podía haber una pequeña posibilidad de ser bisexual.
Miré a Britney de arriba a abajo, era guapa, tenía el cabello negro-pelirrojo; sí, tintado. Unas caderas algo anchas, pero no estaba gorda, sólo cadera hacia abajo, piernas rellenitas. De todas formas si no quería podía dar la vuelta y abrir la puerta, pero, sin saber por qué, yo quería liarme con Britney, saber lo que se sentía al liarse con alguien de tu mismo sexo.
Y, con solo una mirada, ambas aceptamos.
Salimos del cuarto de baño y subimos escaleras arriba, sin hacer ruido entramos en la minúscula habitación en la cual yo había dejado mi mochila al ponerme mi disfraz, por si nos pillaban con el cerrojo echado teníamos la escusa de buscar algo en mis pertenencias.
Echado el cerrojo y apagada la luz, Britney me agarró por la cintura en la oscuridad y se tumbó, con mi cuerpo sobre el suyo, en una cama. Mientras caíamos sobre la cama nuestros labios se encontraron, dando paso a una fusión eléctrica que nunca había experimentado en mí.
Britney besaba salvajemente, pero realmente bien, ningún hombre me había hecho desear tanto una fiereza inimaginable, era raro, sabía que la besaba a ella, sabía que era una mujer como yo, pero me gustó, y por el ansia de los besos de Britney y la forma en la que su mano se deslizó por mi pierna, desnuda por el camisón que llevaba, supe que a ella también le gustaba. Hubo un momento en el que Britney me agarró del trasero y gimió contra mi boca ¡oh, Britney! Me sobresalté al oír que alguien llamaba a la puerta.
Me levanté rápidamente, Britney me imitó, saqué mi teléfono móvil y simulé hablar con mi madre, Britney encendió la luz y abrió la puerta, era Peter; mi escusa funcionó y bajamos de nuevo al corral. Desde aquel día supe que era bisexual, y creo que Britney también.
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