miércoles, 10 de octubre de 2012

Evelynn Careway's Life. Capítulo Quinto

Gerard y yo estábamos sentados en un banco. En la Avenida Saint Jean, esperando a Alphonse.
- Creo que no debería estar aquí - masculló Gerard.
- Alphonse no dirá nada - miré a Gerard de soslayo -. Le he contado lo de Botiche.
Gerard suspiró y se levantó del banco. Comenzó a pasearse de un lado a otro, poniéndome algo nerviosa. De pronto, de la nada salió una muchacha que parecía más pequeña que Gerard, rubia teñida, bajita y muy delgada. Venía corriendo a toda prisa hacia mí, gritándome. Gerard abrió los ojos como platos.
- ¡Te mato! - La chica se abalanzó sobre mí, la esquivé fácilmente echándome a un lado y fue a parar a los brazos de Gerard.
- Delia - dijo Gerard sorprendido -, ¿qué haces aquí?
- ¿Estás con ella? - Preguntó la chica a gritos señalándome.
Gerard negó con la cabeza, me miró encogiéndose de hombros y se alejó con Delia. Suspiré y volví a sentarme en el banco. Noté una presencia detrás mía y un olor a perfume llenó mis fosas nasales. Me giré y vi a una mujer con el cabello negro muy oscuro, que se sentó a mi lado en silencio.
Sabía quién era esa mujer, había oído hablar de ella y la había visto en otras ocasiones, pero nunca había hablado con ella, hasta ese día. Era la vampira más antigua de la Tierra, más conocida como Hannah. Extendió la mano hacia mí y la cogí, besándole el dorso.
- Lady Heras... - susurré.
- Veo que tienes modales - Hannah sonrió, estirando sus labios, pintados del color de la sangre.
- ¿Qué buscáis en mí? - Le pregunté.
- He oído que buscáis a Botiche. Las noticias sobre ese bastardo se propagan muy rápidamente - Lady Heras se apartó un mechón de su cabello azabache de la cara -. Estoy dispuesta a ayudarte por un "pequeño precio a pagar".
- ¿A qué os referís con "pequeño precio a pagar"?
- La madre de aquel muchacho - señaló a Gerard, enfrascado en una discusión con Delia -, fue jefa de un clan de vampiros muy antiguos.
- Pero si él es joven...
- Lo sé - Lady Heras levantó la mano -. Pero su madre fue la cónyuge de un vampiro muy importante, que fue asesinado poco antes de que ella muriese y heredó unos documentos muy solicitados por los vampiros antiguos. Sólo ella y el chico conocían su paradero y ella murió, él es heredero de todo lo que tenía su madre y por tanto, sabe dónde están los documentos.
- Pero si sólo necesitáis los documentos, ¿para qué le queréis a él? - Entrecerré los ojos, sin comprender nada.
- Porque se habla de una leyenda sobre un muchacho que poseerá un poder inimaginable si es transformado en vampiro - Hannah miró a Gerard fijamente -. Y él coincide con la historia y la descripción. Le necesito.
- Pero, ¿para qué?
- La vampira que copule con él recibirá también esos poderes.
- Y vos queréis esos poderes, ¿no es cierto?
- Parece que vas comprendiéndolo - Hannah sonrió con aires de superioridad y se levantó del banco -. Si quieres que te ayude con Botiche me darás al chico a cambio, ¿entendido?
Hannah extendió la mano abierta para sellar el pacto. La miré anonadada, ¿Gerard un vampiro muy importante? Él no era un vampiro, era humano. Lo que yo deseaba ser, volver atrás, vivir mi vida sin ser un monstruo. No podía dejar que Gerard se convirtiera en un monstruo. No.
- Lady Heras - Me levanté del banco y la miré a los ojos -. Debo pensarlo.
- Muy bien - Lady Heras se quitó un anillo enorme que llevaba en el índice izquierdo -. Avísame. Rompe este anillo, será mi reclamo.
La mujer me entregó el anillo, lo cogí sin pensarlo, dudar de aquella mujer se pagaba caro. Una ráfaga de aire me llenó de nuevo con el perfume de Lady Heras, al alzar la mirada pude comprobar que ésta se había marchado.
- ¿Quién era esa mujer? - Gerard acababa de sentarse en el banco.
- Una vampira - respondí sin mirarle -. Tu novia es muy celosa, ¿no crees?
- ¿Mi novia? - La voz de Gerard era de asco -. ¡No era mi novia! Es una chica que está loca por mí y lo único que hace es seguirme y agredir a todas las chicas que se acerquen a mí!
- Vale, vale... - solté una risita sin poder evitarlo.
Gerard me lanzó una mirada fulminante y al segundo después se rió. Su risa era tan natural, tan humana, que me entró envidia. No podía dejar que aquel muchacho se convirtiera en un vampiro. Tenía que acabar con Botiche como fuera, con la ayuda de Lady Heras o sin ella. No me importaba que Gerard pudiera tener mucho poder o lo que me haría Lady Heras, ese chico no se convertiría en un vampiro mientras yo no lo permitiese.
- Bonne nuit - saludó una voz. Alphonse Jussieu.
- Bonne nuit, M. Jussieu - le respondí cortésmente -. Necesito hablar con usted a solas.
Me alejé con Alphonse del banco y procedí a contarle lo ocurrido con Gerard, con su madre y con Lady Heras.
- ¿Lady Heras? ¿Me está tomando el pelo? - Alphonse parecía nervioso.
- Si le tomara el pelo no tendría esto - le mostré el anillo, el vampiro abrió los ojos como platos.
- Es muy peligrosa, debe aceptar el pacto, quién sabe qué le hará si no la obedece.
- Pero, el chico...
- Diable! ¡Al cuerno con él! - El grito de Alphonse hizo eco, miré a Gerard, que parecía no querer estar allí sentado solo -. ¡Si te preocupas por ese mortal acabarás reducida a cenizas! ¡Deja que se convierta en lo que sea!
- Alphonse, por favor... - intenté calmar al hombre como pude -. Si Lady Heras se compromete con él y, ya sabe...
- Mlle. Careway, me sorprende - Alphonse desvió la mirada -. Sé que ese muchacho desea ser un vampiro, deje que haga lo que él quiera. Lady Heras se pondrá furiosa si no ocurre todo como ella desea.
- ¡Al diablo con ella! - No sabía cómo me las arregé para gritar tan alto que todos los transeúnetes y los viandantes me miráron asustados. Bajé la voz -. Ese muchacho no sabe lo que quiere.
- Posiblemente lo sepa mejor que usted - Alphonse sonrió de la misma manera que Hannah Heras -. Mademoiselle, avíseme cuando haya aceptado el pacto con Lady Heras, entonces sí le prestaré mi ayuda.
- Pero...
- No hay peros que valgan, no quiero enfrentarme a una vampira tan antigua, sólo conseguiría mi muerte - sonrió con lascivia -. Y disfruto de las noches de vírgenes, como ésta que usted ha interrumpido. Si me disculpa, debo irme. Au revoir.
- Au... revoir... - susurré.
Perfecto. Iba a estar sin ayuda a no ser que vendiera a Gerard a Lady Heras. Ni pretendía luchar sola contra Botiche, cosa que probablemente sí haría, ni pretendía entregar a Gerard.
Regresé donde el muchacho me esperaba sentado, me sonrió al sentarme a su lado.
- ¿Y bien? - Me preguntó alegre.
- No tenemos ayuda - le dije desviando la mirada -. De momento.